Es una buena alternativa para acompañar comidas de sabor fuerte, sobre todo por ser muy refrescante. Ayer la hicimos (ayudó toda la familia) en una comida con unos amigos y dio excelente resultado junto con un risotto de pollo y champiñones.
Uilizamos:
Una lechuga romana grande (si lo prefiere, también queda muy bien con crespa) cortada en tiras de 2-3 cms (nos evitó el uso de cuchillos ya que eramos muchos y no podíamos sentarnos a la mesa)
100 grs de rúgula cortada en tiras finas
50 grs de yerbabuena cortada en tiras finas
Lavamos todo muy bien y nos aseguramos que no tuvieran nada extraño.
Para la vinagreta que se le adicionó justo antes de servirla:
3/4 de taza de vinagre blanco. Se calentó lo suficiente para disolver dos cucharadas de miel. Lo retiramos y adicionamos el jugo de dos limones, pimienta, sal y ajo en polvo.
Finalmente chorreamos aceite de oliva hasta llegar a una mezcla aproximada de 1 parte de vinagre por 2 de aceite). Agregamos cilantro picado.
Nota: Normalmente reemplazo una parte del vinagre blanco con balsámico, pero esta vez me di cuenta muy tarde que se nos había acabado...
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Resultado
Puntuación familiar: No hubiera sido muy cortés pedirle calificación a los invitados, pero se acabó todo y varios repitieron. Incluso uno de nuestros amigos dijo que le fascinaba. Si alguno ve el blog y quiere comentar: ¡bienvenido!
Puntuación personal: Confieso que no la probé esta vez, pero siempre que la hacemos, perdonen que lo repita, me parece muy refrescante
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